Viaje Corea del sur (Gyeongju) de nuestra alumna Sara
Nuestra siguiente parada fue Gyeongju, obligatorio en vuestra visita si queréis recorrer algo más a parte de la impresionante capital.
Gyeongju es uno de los sitios en todo Corea donde podemos disfrutar de ese lado más antiguo y tradicional de la cultura coreana. No es para perdérselo, eso os lo aseguro.

¿Sabéis ese dicho de “busca y encontrarás”? Pues, hay veces que es mejor pensar en “¡vamos a perdernos y a ver qué pasa!”. Porque si decides andar sin rumbo, porque el gps está perezoso después de todo su esfuerzo en Busan, a lo mejor te topas con lugares que merecen mucho la pena, como lo fue la aldea tradicional Gyochon y el puente Woljeong.


La joya de la corona esta vez fue la cafetería dentro de una de las casitas tradicionales de la aldea. Aunque entramos por la puerta de atrás, profanando sin saber cómo una casa, la entrañable dueña del lugar nos acogió de la mejor manera posible haciéndonos disfrutar de la manera más tradicional de un maravilloso té y de un bingsu de mango (lo de que era bingsu no lo supimos hasta más tarde, cuando decidimos que no podríamos sobrevivir sin ese postre/merienda tan rica ni un día más en nuestro viaje).

Quizás muchos de vosotros os estaréis preguntando qué es el bingsu… pues bien, hablando simple y llanamente no deja de ser hielo rallado con leche al que se le añaden diferentes toppings. El bingsu tradicional coreano es el Patbingsu (팥빙수), hielo granizado cubierto de una especie de mermelada de judías rojas. Aunque, actualmente, ha evolucionado hasta convertirse en una tentación imposible de resistir. Si me acompañáis hasta la última parada de mi viaje, podréis ver de qué deliciosas barbaridades os estoy hablando…
¡Pero no todo es comer! (No casi todo, al menos).
Nuestra última parada antes de partir de Gyeongju fue el templo Bulguksa. En nuestro camino hacia allí descubrimos que un joven estadounidense, profesor de inglés para coreanos, y un estudiante de medicina argentino de intercambio en el país estaban tan locos como nosotras y también practicaban el “vamos a perdernos, a ver qué pasa”. Para mi vergüenza debo decir que estaban mucho más entrenados que nosotras en subir cuestas… pero cuando encuentras a alguien que sabe más coreano que tú, no dudas en pegar un buen sprint y seguirle hasta el fin del mundo si hace falta (y quien dice fin del mundo, dice paradas de buses necesarias para llegar a nuestro destino). No os voy a engañar, fueron los primeros extranjeros no orientales que nos encontramos en todo el viaje ¡y eso dice mucho! Corea no es para nada un país explotado turísticamente y eso es parte de su mayor encanto.

Nuestra estancia en Gyeongju fue de apenas 2 días, suficientes si queréis descubrir lo esencial. Pero ya sabéis que yo siempre digo ¡cuánto más, mejor!
A estas alturas del viaje, cuando hablaba con mi madre me preguntaba “¿Qué tal, te crees que ya estás allí?”. Y yo, a pesar de saber que físicamente me encontraba literalmente a 10.259Km de distancia de España, aún no podía creerme donde estaba. Supongo que de eso va cumplir los sueños, de pensar que no es posible, aun respirándolos y viéndolos con tus propios ojos.
¿Nos vemos en la siguiente parada?
la parada anterior:
Busan
Articulo escrito por nuestra alumna Sara G(www.instagram.com/g7Sara)
Feature Image Source: ©️Photo by Sara G
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